viernes, 28 de mayo de 2010

El poeta y compañero de palabras Oscar "Cacho" Agú, de Santa Fe, nos lleva a caminar por su infancia, con un gran poema-canción a la Matria
EN
OCASIÓN patriotica


Escribiendo de corrido
dejo que las palabras fluyan
nombrando, señalando, cantando.


Y en ese fluir vienen imágenes
fuertes y claras
del patio de infancia y los barriletes
de los troperos arriando ganado
del paso de los trenes
de la voz de mamá llamándome a merendar
de mi padre, con su victrola
sus discos de pasta
y el inglés a distancia.
Hablaba y leía inglés, mi padre.


Y viene ese vocear de los piamonteses
a los gritos
para hablarse de campo a campo
en un idioma mezclado
enriquecido por la
cotidiania
y vienen sus manos callosas
haciéndome caricias en
la memoria.


El camino a la escuela, terroso, se dibuja en mi memoria;
lo hacia bajo la sombra
de los eucaliptos
el cotorreo de los loros
el mugido de los
animales en el brete
el paso del tren;
y se dibujan:
la vocinglería de los
recreos
la primera pelea, nena
de por medio,
a
puño limpio con mi amigo
el aljibe del florido
patio central donde acudíamos sedientos.

Esa enorme sensación de estar lejos
sumidos en la inmensidad
de un horizonte que se
prolonga
y sigue, y sigue
y que me habita desde
siempre.


Y la otra escuela, la del pueblo vecino, hoy ciudad de Ceres
ferrocarrilero
con su enorme patio, el huerto, el jardín
y nosotros, laboreando
en ellos
aprendiendo el idioma de la pacha.



La patria se me cuelga en la bici
en la matinée de los
domingos
en los picados de fubol
en los juegos nocturnos,
bajo el farol,
el de la
esquina y en verano.



La patria se me filtra en el glostora tango club,
en el partido de los
domingos,
allá en
Buenos Aires,
prendidos a la radio,
en los personajes de
Sandrini.



Y, sí. Se ensombrecía en el rostro de mi padre
seguidor de
Irigoyen
ante cada golpe militar.



Y volvía ella, toda oriunda, elevándose
frente a
casa
en el globo aerostático
inmenso que, al soltar
amarras,
se perdía de nuestras
miradas
en la
vastedad cielar.
Porque la patria era esa vastedad
de cielo y pampa sinfín.
Todo lo demás era una lejanía difusa
inabordable
cercana sólo con sus nombres de ciudades
de ciudades tragahombres
vigorosas
enormes…



De todo ese amplio patio de infancia
donde se dibujo la
patria
quedaron nombres:
Mataco, Don Cárdenas,
Galeano
El Loco Díaz, don
Jakich…
peones de laboreo, carreros, ferroviarios, campesinos.



Es el lugar donde aprendí a mirar el mundo
a tocar la tierra,
a oír sus cantos
“…y retumba,
retumba un bombo en mi corazón”
a disfrutar los bailes –folclore, tarantela, tango-
a saber que la muerte nos visita a diario
y que la vida se renueva otro tanto
a entender que el trabajo dignifica y saber que hubo,
además, gente que lucho
por ello.



Hablar de patria es hablar de matria.
Aquello que en su cuenco nos engendró
nos dio un lugar en el mundo,
nos alimentó y creyó en cada uno.



La que nos dio nombres como identidad incipiente
nombres que hicieron surgir con el primer golpe de cincel,
en la piedra a pulir, el perfil de su rostro.
Y hablo de Belgrano, San Martín, Castelli, Moreno,
French, Berutti, Saavedra, Laprida, Rivadavia,
y sus ideas encontradas en el filo del primer golpe.
Pero allí están.



Hablar de matria es, también, hablar de dolor,
de ausencia puras y brutales.
Fue cuando ella me mostró el otro rostro
como el dios hindú, Krishna, lo hizo
al príncipe Shidarta
y éste suplicando que vuelva al que él conocía.



No hay retorno.
No hay retorno de los Dorregos fusilados.
¿Por cuántas Ligas
Patrióticas?
¿Por cuántas triples A?
Y uno anota en su impávida memoria:
Campaña del desierto
Patagonia Rebelde
Forestal
Talleres Vasena
Plaza de Mayo
Trelew
Treinta mil…
y siguen.



Y uno espera que ese rostro no vuelva
Y sabe que no es así
que hoy es
paco, bolsita aspirada
marginado
laburo a
destajo…



Y se vuelve al patio de infancia
donde la matria se
dibujó
y cual loco del aire, uno la muestra,
dice que es posible, que otra matria es posible
con sólo estirar los brazos y las manos abiertas
como el globo aerostático
elevándose
en otro cielo.


escritito entre el 24 y 27 de mayo

2 comentarios:

marta goddio dijo...

Parece que es domingo de hermosas sorpresas. Qué bueno leerte por aquí, amigo mío. Abrazo...!!

Silvia Loustau dijo...

Aldo, compañero de lucha y menoria, buscando otros caminos he lllegado a aquí. Y cierto temblor me provoca este poema tuyo.
¿Puedo ponerlo en mi blog?.
Un abrazo, enorme, enorme,

Silvia Loustau